Deporte

Enseñanzas de Messi a una piba de barrio

Enseñanzas de Messi a una piba de barrio

Nací en el 95' fui sociabilizada como una niña, lejos del fútbol. ¿Vieron como es eso no? Nenas rosa, nenes celeste. Nenas muñecas, nenes pelota. Ahí empieza todo. 

Durante la primaria, en las clases de gimnasia a las nenas nos mandaban a sentarnos en las gradas mientras los nenes jugaban en la cancha de la escuela que ocupaba casi todo el patio. Ahí aprendí que para nosotras el lugar era en la tribuna, no en el campo de juego.

En los campamentos las nenas nos quedábamos haciendo medialunas y escuchábamos como los varones corrían, gritaban y volvían todos rojos, transpirados a merendar las medialunas que nosotras habíamos hecho. Siempre odié cocinar, ahí sentí mis primeras broncas feministas, sabía en algún lado que eso no era justo, me daba envidia ver a mis amiguitos eufóricos mientras yo luchaba por enmantecar un pedazo de masa que se me escapaba torpemente de las manos frustrándome en cada intento

Nunca me invitaron a jugar un partido, aunque a mis amigos sí, por más pata dura que fueran para el fútbol, no eran mina y entonces si faltaba uno eran convocados. Eso también siempre me dió envidia, porque me gustaba mucho el deporte, y sin embargo mi lugar seguía siendo las gradas.

Estuve alejada siempre del fútbol porque claramente no era bienvenida al refugio y parámetro de la masculinidad dominante, pero este año fue diferente.

Este mundial tuvo otro tinte, no sé si será la presencia de relatoras, periodistas y comentaristas que hizo que me sienta más incluida, o el hecho de que el feminismo argentino es pionero en luchas a nivel global, pero algo cambió.

Desde el primer partido mi curiosidad fue absoluta. Y a medida que iban pasando los partidos más me comprometía. El primero lo ví sola, no sabía qué tanto me iba a interesar. Fue a las 7am y aunque no me puse despertador me levanté igual a esa hora y puse el partido, como si algo adentro mío no pudiera escapar al fervor popular argentino. Lo busqué en internet, no tenía la más mínima idea de cómo se iba a transmitir, lo encontré y lo ví en la punta de la cama con mis tres gatos. Los nervios y la angusta de la derrota hicieron que entendiera por qué hay que verlo con más personas, para compartir ese malestar. Eso lo aprendí hace poco, no angustiarse sola.

El resto de los partidos los disfruté con gente que amo, porque también aprendí que la victoria y la gloria saben mejor con otres. ¿Será eso no? El sentimiento popular, el saber que estamos en la misma, todes. Grandes, chicos, viejis, niñes, fisuras, trolos, y pibas. 

Era loco porque no cazo una, pero fui aprendiendo las reglas, lo que significan y me di cuenta que esa sensación de "esto no es para mí" era totalmente falaz. Claro que es para mí y para todes.

Lo que siempre me alejó del futbol fue esa cosa de "machos" que le imprimen algunos. Como un refugio de masculinidad sagrado al que ni las minas ni los putos (ni hablar de otras identidades) pueden entrar. Ese "medirsela" que tienen algunos y otros apañan cuando entran a una cancha o agarran una tapita del piso y se ponen a hacer jueguitos. 

El fútlbol no los pone violentos, el patriarcado sí.

Mis únicos partidos eran en el uno a uno con mis amigos varones o mi primo, cosa que quede en la intimidad que jugaste con una nena. Porque el fútbol, era para ellos. El fútbol era para los nenes. 

Este año algo cambió.

Si escuchás a las niñas, hablan de Messi. Y creo que eso fue lo que pasó. Messi convoca.

Si no lo vieron, acá lo dejo: https://www.youtube.com/watch?v=W-CywmwFjps&ab_channel=ResumenDeNoticias

Eso que resumió Sofía Martínez y la mirada de Lionel fue lo que explicó el fenómeno del que no podemos escapar, incluso quienes estuvimos más alejades del mundo del fútbol argentino. 

Cada une tiene su historia. Para mí Messi fue una puerta de entrada al disfrute colectivo, él con nada más que su pasión y su hambre de gloria, con su poder de representación de una alegría colectiva. Él con el amor a su patria, a su gente, al pueblo. Esa ternura de la mirada cuando se imagina a niñes de todos los rincones del país con sus camisetas truchas o imaginarias, jugando a ser él, jugando a la pelota.

Ese loco bajito, que no fue a buscar la aprobación de los chabones ni a demostrar que es el mejor, simplemente siendo, divirtiéndose como niño, ese loco nos invitó a la fiesta popular a la que jamás fuimos convidadas.

Abandonando los estereotipos masculinos de derroche y descontrol, con el amor y la pasión como parámetro y no la ostentación del poder de ser el mejor del mundo. Porque para ser grande hay que ser humilde. Paradójicamente consagrado en el territorio del pijotismo Qatareño, donde sólo viven y gobiernan los privilegiados.

 

Porque todavía no estamos seguras ni tranquilas, queda mucho por construir.

Ni siendo Lali estás tranquila viendo la final del partido más importante en años. Y eso lo vemos todas, no es sólo por ella. Y sabés que si vas a ver un partido te puede pasar. 

Otra vez la bronca, esa del campamento cuando veía la cara de mis compañeritos bañada en sudor, otra vez el privilegio y la impunidad masculina simplemente siendo, otra vez saber que el disfrute y el goce, para vos, tienen límite y es ser mina.

Pero después de la bronca aparece la militancia, y acá la ilusión de que esta fiesta, esta probadita de gloria sea total y absoluta para las niñas que hoy llevan la camiseta de Messi, se ilusionaron con este mundial, festejaron los goles y puedan soñar con esa grandeza. Que esas niñas a las que hacían quedarse en las gradas, hoy puedan salir a la cancha a jugar, a hablar de fútbol, a competir, a soñar con ser tan grandes como Messi. Que se sientan tan campeonas como sus compañeritos. Que la gloria, sea para todes.

Hoy nuestro techo es de cristal, llegó el momento de romperlo y que la Selección Femenina nos genere la misma alegría que la masculina, darle la oportunidad a las pibas que demuestren su talento, sean la Messi de su generación, representen a su país, sus barrios y la pasión del deporte. 

Algún día, la caravana va a ser de las pibas y la fiesta va a ser total. Sin imbéciles apoyando a estrellas del pop, sin jugadores condenados a pena de muerte por manifestarse a favor de la lucha de las mujeres, sin países que condenen la orientación sexual de las personas, sin insultos homofóbicos, una fiesta del fútbol, no de la masculinidad dominante.

Gracias Messi, gracias selección. Gracias por hacer un mundial para toda la familia, gracias por hacernos un lugar para festejar. Gracias por hacer una gloria colectiva, y no de unos pocos.